Rondan el cementerio

martes, 19 de junio de 2012

SIN CONTROL capítulo 12

Hoy va a ser el principio del fin. Pienso ir a por ellos, Eva, y van a desear estar muertos con cada segundo de sufrimiento que les pienso regalar. Sus ojos reflejarán el miedo y el dolor que tu debiste de sentir. Les devolveré todo con creces.

Estoy en la habitación del hospital donde ella permanece ingresada. Al final reuní las fuerzas suficientes para venir a verla. Quería que supiera que estoy dispuesto a llegar hasta el final.

- Sé que tú y yo realmente no somos nada. Tuvimos algo pero no nos dieron tiempo a llegar más lejos... - le digo cogiéndole la mano - bueno, algo si que nos dio tiempo a hacer, recuerdo aquel día en tu casa,  fue fantástico, yo... me enamoré de ti y ahora no sé si volveré a poder hablar contigo, no sé que va a ser de mi a partir de esta noche y tampoco sé si algún día despertarás, espero que si y espero estar aquí para verlo

- No has pensado que igual yo no quiero verte - dice una voz. Miro a mi alrededor y no entiendo nada, No hay nadie más en la habitación - no has pensado que todo esto es por tu culpa.

Una mano sale de debajo de la cama y me agarra por el tobillo. Doy un paso atrás y me caigo al suelo. Veo una mujer arrastrándose por el hacia mi, dejando un reguero de sangre a su paso. Es Eva.

-No te has dado cuenta ¿verdad? - me dice mientras sus heridas emanan sangre - la culpa es tuya, toda tuya... ¡tuyaaaaaaaa!

- No, yo no te hice esto - le digo - fueron ellos, los mismos que casi me matan a mi

-Tendrían que haberlo hecho - me dice - así habría asistido a tu entierro y todo habría acabado ahí. Ya no significarías nada más para mi que el recuerdo de un buen polvo. Mira lo que me hizo ese tío... ¿te imaginas todo el dolor que tuve que soportar?

Doy unos pasos hacia atrás. Me duele la cabeza, esto no puede estar pasando.

- Ellos sólo querían dinero - me dice - si se lo hubieses dado no habría pasado esto, y el puto videojuego... ¡que me roban la consola...! joder, eres patético... si te hubieses quedado quietecito en lugar de intentar recuperar el puto videojuego...

- No había dinero, el Sr. Peleteiro me engañó - le digo - y el juego... yo.... me habían golpeado, no sabía lo que hacía, joder, tienes razón, por un puto videojuego... pero no había dinero, es cierto...

- ¡Yo no te engañé! - dice una voz conocida para mi - yo te dije que en esa caja había dinero... ¿que hiciste con él?

El Sr. Peleteiro sale de detrás de una cortina, semidesnudo. Le cuesta andar y a cada paso que da le cae una moneda del culo envuelta en mierda y sangre.

- Si que había dinero - me dice - te lo quedaste tú... ¡dame mi dinero!

El corazón me late a mil por hora, parece que me vaya a estallar de un momento a otro. Una sensación de calor inunda mi cuerpo. Siento un pinchazo enorme en el pecho. Creo que estoy a punto de sufrir un ataque.

- De eso nada jovencito - dice una señora mostrando un lector de código de barras  - no te morirás hasta que te haya metido esto por el culo...

- Nadie va a meter nada en ese culo más que yo, tengo algo pendiente - dice Crespo saliendo de las sombras - sabes, lo que me hiciste me gustó y he decidido que quiero compartirlo contigo. A ver si a ti también te gusta...

Yo me alejo arrastrándome hasta que mi espalda choca contra la pared. Veo acercarse a mi a un grupo que bien podrían pasar por zombis. Vienen buscando venganza, ansiosos por hacer conmigo todo lo que se les ocurra. De todos ellos, sólo uno me preocupa, el gesto de odio en la cara de Eva...

Abro los ojos y todo termina. Me despierto sudoroso en la habitación del motel donde me oculto. Me limpio el sudor con las manos y noto que mi frente está ardiendo. Ha sido la peor pesadilla que he tenido en mi vida. Me dejo caer en la cama intentando tranquilizarme cuando la puerta de la habitación se abre de golpe y veo dos caras conocidas entrando en ella. Uno de ellos me apunta con un arma.

- Joder, puta pesadilla de mierda, aún estoy dormido - digo en alto - si mal no recuerdo creo que vuestros nombres eran Logroño y Estévez...
- ¡Baja el arma Estévez! - dice el inspector Logroño mientras desvía el arma de su compañero con la mano para evitar que me siga apuntando.
-No pasa nada - le digo golpeando con los nudillos la placa metálica en mi cabeza - estoy acostumbrado a que me disparen, pero por favor, en la cabeza otra vez no

El agente Estévez se acerca apresuradamente y me golpea con su arma tirándome sobre la alfombra, cosa que me cabrea muchísimo pero consigo controlarme.

- Voy a ponerle las esposas a este loco - dice Estévez - no quiero sorpresas

Estévez junta mis manos sobre mi espalda y me coloca las esposas. Después me levanta bruscamente y me "ayuda" a sentarme en el borde de la cama.

- Agente Estévez - le digo sonriente - no imaginaba que su sueño sería esposar a un tío en una habitación de hotel. Bueno, le respeto, pero no me va su rollo.

- Muy simpático, recuerdame que me ría cuando me haga gracia - me dice - a ver cuanto te dura la sonrisa a ti.

El inspector Logroño se acerca a mi y me inspecciona la cabeza. Un hilo de sangre cae por mi frente producto del golpe recibido.

- Tranquilo - me dice - no es nada grave. Es una pena que tu antiguo jefe y la señora del supermercado no puedan decir lo mismo. ¿No sabrás nada de un señor que decidió comerse su Iphone en el hospital?
- Aquel hijo de puta era un mal educado - le respondo - ¿como cojones me habéis encontrado?
- Saber eso no te ayudará ahora mismo - me dice - pero quizás si nos ayudas tu a nosotros si que podremos ayudarte
- ¿Qué es lo que quieren? - le pregunto
- Dinos lo que sabes sobre los atracadores - me dice - sabemos que tienes información y nos la estás ocultando. Ayudanos a atraparlos y quizás se reduzcan los cargos que tenemos contra tí por agresión.
- No puedo pensar bien - le digo - igual si su compañero mariquita me hace una paja puedo relajarme y pensar mejor
- Me cago en tu puta madre - dice el agente Estévez acercándose a mi para golpearme de nuevo. Antes de que lo haga me incorporo de golpe dándole un cabezazo en toda la nariz. Al sentir su sangre salpicando mi cara me entra una agradable sensación de satisfacción. El inspector Logroño me agarra y me tira sobre la cama de espaldas.
- ¿ A ti también te va el rollo gay? - le digo mientras me giro mirándole a los ojos - me siento halagado
- Pedazo de hijo de puta - dice el agente Estévez dándome una patada en las costillas mientras intenta detener la hemorragia de su nariz con la corbata.
- Es la segunda vez que le faltas el respeto a mi madre - le digo mientras la adrenalina de mi cuerpo me hace olvidar el golpe que he recibido - la próxima vez te mato
- Está bien - dice el inspector Logroño - si no nos quieres ayudar no nos das otra opción. Leele sus derechos, yo me encargo de pedir refuerzos. Creo que necesitaremos ayuda para trasladar a esta fiera descontrolada.
- Lo haré encantado - dice el agente Estévez - igual que estaré encantado de que te resistas para poder golpear tus costillas de nuevo. A ver cuantos golpes resisten sin romperse, siempre podemos decir que fue una rotura producida en el forcejeo que provocó tu resistencia a la autoridad. Por cierto, esta sangre de mi nariz, es tu pasaporte a la carcel...
- No permitiré que eso ocurra - le digo al agente Estévez
- ¿Y como piensas evitarlo? - me pregunta
- Recuerdas que me amputaron el pulgar - le digo - pues aunque me lo volvieron a colocar en el sitio ahora soy capaz de desencajarlo a mi gusto.
- ¿Y eso de que te vale? - me dice riendo - ¿para trabajar en un circo? ¡el hombre capaz de dislocar su pulgar!
El agente Estévez deja de reírse cuando le muestro mis manos. Una de ellas tiene unas esposas colgando.
- Me cago en tu... - no le doy tiempo a acabar la frase. Igual eso le salva la vida. Golpeo su nuez con mi puño y comienza a toser entre arcadas, llenando el suelo de babas. El inspector Logroño echa la mano a su arma. Le doy una patada en los huevos, siempre funciona, y de un golpe seco en la cabeza con el codo lo dejo sin sentido, caído sobre el charco de babas de su compañero que sigue tosiendo con los ojos colorados y llenos de lágrimas.
- Espero no haberte sacado la nuez del sitio - le digo - no quiero matarte, sólo devolverte tu amabilidad.
Le quito el arma y le golpeo en la cabeza. Como no pierde el sentido con el primer golpe, le vuelvo a golpear, pero esta vez sin controlar mi fuerza. Cae sobre su compañero. Busco las llaves de las esposa y me las quito. Las necesito para lo que estoy pensando. Al cabo de una hora, despierto al inspector Logroño usando la papelera del cuarto de baño como cubo de agua improvisado que vacío sobre su cabeza. Un preservativo usado queda colgando sobre su cabeza, escurriendose por su frente.
- Lo siento mucho - le digo - pondré una queja en recepción por que no vaciaron la papelera del baño, eso debe ser del inquilino anterior, menos mal que te amordazé mientras dormías, imagina que eso te entra por la boca... ¡que asco!
El inspector Logroño comienza a emitir gemidos e intenta liberarse de sus ataduras. Está atado de pies y manos sobre una silla al lado de la cama. Sobre la misma se encuentra su compañero, desnudo, tumbado boca abajo con las manos esposadas al cabezero de la cama y los pies atados con las corbatas. También le puse una mordaza para que no pudiera decir nada.
- No te esfuerzes en hablar, no te entiendo - le digo - y te aconsejo que te mantengas calladito si no quieres cabrearme.
Doy unas vueltas por la habitación como haciendo tiempo. El inspector me sigue con la mirada.
- Te lo voy a decir una vez sólo - le digo - no os metáis en esto, no os conviene, manteneros al margen y dejad que me encargue de todo. Si no me dejáis en paz, haré públicas las imágenes que voy a tomar aquí.
Llaman a la puerta. Estoy esperando a alguien cuyo anuncio leí en el periódico que tengo en la mesilla. Abro y entra una mujer con un vestido negro ajustado . Le doy el dinero que habíamos convenido y le señalo al agente que está sobre la cama. Se desnuda y al quitarse las bragas el inspector Logroño descubre lo que es una buena arma con un buen cañón. Cojo el móvil del agente Estévez de su chaqueta y me pongo a grabar. La "chica" me dice que si grabo tendré que pagar más. Le contesto que sin problema. Ella continúa y  al sentir que algo no marchaba bien en su trasero, el agente Estévez abre los ojos. Gira la cabeza hacia atrás y al ver lo que le está causando tal dolor comienza a gritar mientras los lagrimones caen sobre sus mejillas. Intenta liberarse pero es inútil, me encargué de que eso fuera imposible.
-Ahora no eres tan machito ¿verdad? - el digo enfocándole a la cara - eso te pasa por faltarle el respeto a mi madre.
La sesión de sexo anal dura media hora. Me aseguro de grabarlo todo con el móvil del agente.
La chica se va y me dice mientras le pago por el extra que le habían pedido de todo pero nunca algo tan raro. Le digo que lo olvide, que mis amigos tenían esa fantasía y que gracias por el servicio. Le doy una buena propina para comprar su silencio.
-Supongo que si mando esta grabación a todos los móviles que están en la lista de tus contactos más de uno se llevará una sorpresa - le digo al agente Estévez - mañana cuando la señora de la limpieza entre en la habitación se va a encontrar a dos policías en apuros. Supongo que tendré que darme prisa en hacer lo que tengo que hacer osea que con vuestro permiso me voy a marchar. Os dejo aquí solitos para que penséis en lo que acaba de suceder aquí. Inspector Logroño... tendrá noticias mías.

Llamo a recepción. Le digo que los dos policías que se identificaron en la entrada y preguntaron por mi son amigos y se quedarán a pasar la noche. Que nadie nos moleste y que me cobre lo que tenga que cobrarme. Que sobre las doce del día siguiente puede mandar a la chica de la limpieza a arreglar aquello un poco. Se lo traga todo. Yo salgo por la ventana del baño y salto el muro del motel. Utilizo el mando que lleva la llave que le quité al inspector Logroño y un coche me saluda desde la acera de enfrente encendiendo sus intermitentes. No tengo carné, nunca he conducido, pero he jugado y mucho al gran turismo y otros videojuegos de conducción. Tengo mi volante y sus pedales en casa, no debería ser tan complicado. Enciendo el vehículo, doy marcha atrás golpeando los contenedores que tenía detrás y salgo de allí dirección a la cafetería donde trabajaba Eva. Tengo que hablar con Jazmín y esta vez no seré muy amable con ella.

Llego a la cafetería. No me costó mucho llevar el coche hasta allí, ha sido bastante fácil. Paso de buscar sitio para aparcar y entro con el coche directamente, destrozando la puerta y llevándome algunas mesas por delante. La gente sale corriendo y Jazmín me mira asustada. Sabe que vengo a por ella. Bajo del coche y antes de ir a por Jazmín voy a por el puto camarero que tiene el teléfono en la mano intentando marcar el número de la policía.

- Hola guapo - le digo quitándole el teléfono de las manos - ¿me recuerdas de la última vez'

Lo agarro por el pelo y lo llevo hasta la máquina de café. Pongo en marcha el calentador de leche y comienza a emitir un chorro de vapor hirviendo. Tapono ese chorro con su cara y comienza a gritar. No lo dejo mucho rato, sólo quiero asustar a Jazmín. Levanto su cabeza, abro una nevera pequeña que tienen sobre el mostrador llena de zumos y se la estampo contra ella. Cae al suelo con la neverita como sombrero.
- A ver si así te enfrías - le digo - de paso tomate un zumito, invito yo.
Jazmín se  deja caer al suelo sobre un charco de orina. Está aterrorizada. Cojo un bloc de notas donde suele apuntar sus pedidos y me acerco a ella.
- No quiero tomar nada - le digo - quiero una puta dirección y un nombre.
Jazmín comienza a escribir entre lágrimas. Con la mano temblorosa me devuelve el bloc. Hay un nombre de mujer y una dirección.
- Si dices algo a la policía sobre esta dirección y de que yo voy hacia allí - le digo - la próxima vez no será orina lo que haya bajo tus pies, será sangre, y te aseguro que no será uno de esos días en los que te viene la regla sin avisar y no tienes un tampón a mano para ponerte.
- Por favor, no me hagas daño - me dice entre lágrimas tapándose la cara con las manos
- Yo no he estado aquí, díselo a tu amiguito cuando despierte - le digo mientras me doy la vuelta para marcharme.
Cuando llegue la policía no tardarán en descubrir que el coche es de unos compañeros suyos. Se preguntarán donde coño están y les buscarán por la ciudad. Mañana tendrán noticias suyas. Salgo de la cafetería gritando a los curiosos que se acercan al ver el coche empotrado.
-¡ Están locos!¡Hay dos agentes armados que han perdido la cabeza!
La gente corre asustada. Eso dará que pensar a la policía. Dudarán por un momento cuando pregunten a la gente y digan que esto es obra de dos policías. Cojo el teléfono y marco el número de Miguel. No tarda en cogerme y no le doy tiempo a hablar.
-¿Como sabían los agentes que estaba en el Motel? - le pregunto - sólo tú sabias que estaba allí
Miguel se queda callado unos segundos. Puedo sentir como su respiración se acelera.
- Lo siento tío - me dice - pensé que era lo mejor. Después de lo que le hiciste a tu antiguo jefe...
- ¡Tú no tienes ni puta idea de lo que es mejor para mi! - le grito
- Tío, no quiero que te hagan daño - me dice - ¡has perdido la puta cabeza! Meterle todas aquellas monedas por el culo... y lo de la señora en el super...
- Pues no quieras saber lo que le ha pasado a Crespo... me estoy aficionando a romper culos.
- Iván - me dice - para ya, vas a conseguir que te maten
- Yo ya estoy muerto - le digo - desde el día en que la tocaron
- Iván...
Le cuelgo el teléfono. Me duele bastante que Miguel me haya traicionado así. Intento entenderle, se que se preocupa por mi más que nadie ahora mismo, pero confiaba en él. Llego a una parada de taxis y me subo a uno. Le doy una dirección. Durante el viaje pienso en todos los buenos momentos que pasé con Miguel. No debo dejar que nada me afecte. El taxista me deja delante de un portal. Espero a que baje alguien para colarme dentro. Miro los buzones y compruebo el nombre. Es la misma mujer que aparece en la nota. Subo por las escaleras. Es un edificio antiguo y no tiene ascensor. Me detengo en el cuarto piso frente a la puerta que tiene un A encima. Llamo al timbre y escucho una voz de mujer que me grita que ya viene.
- ¿Qué quiere? - me pregunta mirando por la mirilla. Por suerte no me ha reconocido.
- Traigo un paquete para Esperanza Aguero Pérez
- Soy yo - me dice abriendo la puerta
- Envió especial - le digo golpeándole la cara y enviándola contra el suelo.
Entro en el piso y cierro la puerta. Ella me mira asustada y comienza a gritar. Lleva unas zapatillas de esas con forma de muñeco, le arranco una y se la meto en la boca para callarla. Le echo las manos a la espalda y la levanto en el aire, eso le duele y disfruto haciéndolo. Miro hacia los lados comprobando que no haya nadie más en la casa y la arrojo sobre el sofá.

- Mírame a la cara, mírame bien - le digo señalándome - ¿te acuerdas de mi?

Ella pone cara de no entender nada. Algo en una mesilla al lado del sofá me llama la atención. Es el puto muñeco de bebe que llevaba el día del atraco.

- Osea que querías algo para el dolor de cabeza - le digo cogiendo el muñeco - ahora si que vas a tener dolor de cabeza.

Comienzo a golpearla con el y compruebo en su mirada como acaba de reconocerme. Le quito la zapatilla de la boca.

- Tú - me dice cubriéndose la cabeza con los brazos - eres el del 24 horas
- Premio, te ha tocado un muñequito - comienzo a golpearla de nuevo hasta que el muñeco se rompe por la mitad esparciendo bolas de algodón por la habitación.
- ¡Yo intenté evitarlo! - me grita - ¡intenté ayudarte!
- ¡ Y Eva! - le grito - ¡ También intentaste evitar que le hicieran daño!
- No sé de que me hablas - me dice - no conozco a ninguna Eva
- Uno de tus compañeros me dio tu dirección - le digo mostrándole la nota de Jazmín - quiero sus nombres y sus teléfonos y te perdonaré la vida.
- Hijo de puta, me imagino quien te lo dio - me dice - ¿qué hiciste con él?
- Le dejé vivir por que me dio lo que quería... había tres hombres contigo. El de la barba, el de la maza y el de la pistola. Comienza a escribir.
- El de la pistola... Andrés, ese hijo de puta... seguro que te lo dijo él, nunca debió de entrar en el grupo, pedazo de hijo de puta chivato... 
- Como lo has adivinado - le digo - escribe sus datos también, se me olvidó decirle una cosa
- Aquí tienes - me dice dándome la nota
Cojo el móvil y marco el número de Andrés. Alguien responde a mi llamada.
- ¿Quien es? - pregunta
- ¿Te acuerdas del chico del 24 horas al que disparaste? -  le pregunto - pues estás hablando con el
- Oye gilipollas, ¿como has conseguido mi número?
- Eso es lo de menos - le respondo - sólo quería decirte una cosa. Voy a ir a mi casa a pasar la noche, voy a dormir placidamente y mañana cuando esté descansado iré a por ti. Hablaremos sobre lo que le hiciste a Eva.
- ¿Eva? - me dice - la chica se lo merecía, hacía muchas preguntas y se estaba acercando demasiado. Esa puta disfrutó con lo que le hice, tenías que oírla como gritaba mientras...

Cuelgo el teléfono. No necesito que me explique nada, ya le he dicho todo lo que quería decirle. Si es lo suficientemente tonto hará lo que yo espero que haga.

-¿Tienes coche? - le pregunto a Esperanza
- Si - me responde

Saco una pistola del bolsillo de mi chaqueta. Es la del agente Estévez. Me la quedé por si las cosas se ponían difíciles.

- Pues vamos a dar un paseito - le digo - sientete afortunada, no acostumbro a llevar a muchas chicas a mi casa. No hagas ninguna tontería o lo próximo que escuches será el sonido de mi arma al dispararte.

Abandonamos el lugar y nos dirigimos a mi piso. Está noche voy a saldar cuentas con un viejo conocido y tengo que prepararlo todo para estar a la altura. Si todo sale bien, voy a pasar una velada estupenda. Estoy nervioso, me siento como si tuviera una cita, pero esta vez, será una cita con el dolor.



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