Rondan el cementerio

viernes, 10 de diciembre de 2010

Sin control PROLOGO

                                              "el principio del fin"

Los presos corren asustados de un lado para otro escapando de las llamas. Huyendo de aquello a lo que temen. Intentando alejarse de mi para no sentir los ojos de la muerte atravesando su alma. Otros se arrastran por el suelo cubriendo con sus manos las heridas sufridas para que la sangre que emana de ellas de manera abundante no abandone totalmente su cuerpo. Los que más suerte tuvieron yacen sin sentido, tumbados, con gestos descolocados de dolor, ajenos a todo el temor que están sufriendo sus compañeros . Yo lo observo todo, sentado, apoyado en el frio muro, mientras a lo lejos se oye el sonido de las sirenas. Los bomberos no tardarán en llegar acompañados de la policia. Espero que las ambulancias tampoco tarden, haran falta unas cuantas. Le doy una calada a mi cigarro y siento como el humo quema mi garganta de camino a los pulmones. No estoy acostumbrado a fumar, pero... que coño, no estaba acostumbrado a muchas cosas de las que me surgieron en la vida y tuve que ceder incluso a las que no me gustaban. Además, los tipos duros de las películas fuman, tragan el humo como si estuvieran saboreando algo maravilloso y después lo expulsan de una manera que les da un aire de chulería que a mi siempre me provocó un poco de envidia. A mi no me sale, no se ni tragar el humo, pero me imagino aqui sentado como si me estuviera viendo en una gran pantalla de cine. En cierto modo, yo soy el protagonista de esta historia, yo soy el causante de todo esto. El cigarrillo se me apaga por culpa de la sangre que empapa mis manos, sangre que resbala por mis dedos. Mi cuerpo chorrea sangre por todos lados. Es curioso, ni una sola gota es mia. Me doy cuenta de que lo que me molestaba en la mano era un diente, se me clavó entre los nudillos. Me rio pensando en la bonita sonrisa que le debió quedar al que se encontró con mi puño. Pienso que seguramente no fue el único diente que le debi arrancar. Me froto la cabeza, no puedo creer lo que me esta pasando. Yo no quería que pasara esto pero la sociedad me obligó. Todos tenemos un límite y yo lo superé con creces, enloquecí, perdí el control. Yo era un hombre normal, que vivía una vida normal con un trabajo normal.... pero siempre hay anormales, envidiosos, gente sin escrupulos, que viene a tocarte los huevos, que disfruta tocándotelos, y a mi me los tocaron bien, vaya si me los tocaron. Muchos se estarán arrepintiendo de haberlo hecho, otros no podrán volver a hacerlo. Enciendo otro pitillo, sabe igual de mal que el anterior, pero lo importante es parecer duro. La policia entra en el patio y los presos se arrodillan a sus pies suplicando a sus salvadores que les ayuden a salir de alli. El agua que sale de las mangueras que usan los bomberos para apagar las llamas acaba con la poca vida que tenía mi nuevo cigarro. Parecía que le destino no quería que fumara. Los policias se detienen un momento observando el bonito decorado de cuerpos ensangrentados que yo solito había creado para ellos en el patio. Ellos sentían miedo, yo no. ¿Qué podían hacerme?¿Meterme en el carcel? Joder, ya estaba en ella, llevaba alli una semana, tiempo suficiente para que los presos me tocaran los huevos y se autosuicidaran. Me prometí a mi mismo que no dejaría que nadie, nunca mas, se riera o se aprovechara de mi, no permitiría que ningún abuso hacía mi persona quedara sin castigo. Desde que entre en la carcel todo fueron provocaciones. Ellos se lo buscaron. Los policias me rodean, me apuntan con sus armas y me piden que me tire al suelo, con las manos a la espalda. Obedezco, no tengo nada contra ellos, nada.... hasta que uno me exposa y al levantarme golpea su arma contra mi cabeza. Por un momento me sentí como Chistopher Lee en las películas de Drácula antiguas. Con un ràpido movimiento clavo mis dientes en su cuello llevándome un trozo de carne, dejando la yugular dañada, emanando sangre, salpicándolo todo. Mientras unos taponan la herida de su compañero y piden ayuda, otros me golpean tirándome al suelo, dejándome sin sentido. Me da igual... me acuerdo de sus caras, habra otro momento para ajustar cuentas. Ahora es el momento de contaros mi historia, de como empezó todo, de como un dia normal se convirtió en un infierno sin control.

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