Rondan el cementerio

lunes, 13 de diciembre de 2010

SIN CONTROL capitulo 2

Dia 2



Sábado por la mañana. Suena el despertador a la hora de siempre y lo apago. Me levanto para comprobar que otra parte de mi cuerpo madruga más que yo. Me desahogo en la ducha pensando en la camarera del día anterior. Voy a la cocina, me preparo un nesquick y abro un paquete de galletas. No quedan magdalenas, las apunto en la lista de la compra. Reviso el correo. Facturas y más facturas. De momento hay dinero para pagarlas. Por suerte no tengo muchos gastos. El piso es propiedad de mi madre y prácticamente no gasto en comida por que ella se encarga siempre de que esté todo lleno. No sé que haría sin ella, la verdad, soy un desastre. Hago mi sesión diaria de Wii fit y me dan ganas de tirar la tabla por la ventana. Otra vez me dice que he engordado. Asustado, recuerdo que el día anterior dejé la salsa de mi madre fuera de la nevera. Corro a la cocina, abro el táper y siento un olor ácido entrar por mis fosas nasales. La pruebo y pienso que quizás con suerte no se haya estropeado. La guardo en la nevera. Enciendo el ordenador, reviso el facebook. Miguel me recuerda que esa noche nos vamos de marcha. No es que tenga muchas ganas, pero a ver si pillo cacho de una vez, que necesito dar descanso a mi mano. Miro las noticias de videojuegos en mis páginas favoritas y reviso las fechas de salida para comprobar si tengo que comprar alguno más en lo que queda de mes. Aún me faltan un par de ellos. Hago la cama y como es temprano todavía, enciendo la ps3 y juego un poco al call of dutty. No es que sea muy bueno, pero me divierte que es lo importante. Decido bajar al bar a tomar un café, más que nada por que allí si es posible que haya magdalenas, a mi un desayuno con galletas no me llena nada. Cojo el diario y veo en primera plana que los atracadores han vuelto a hacer de las suyas, esta vez le tocó a una pizzería del barrio. Se sospecha que son rumanos por la violencia que utilizan y por la descripción de los testigos, que aunque no es precisa, todos coinciden en el acento extranjero de sus voces. Esta vez golpearon hasta a la clientela y actúan como si fueran un grupo militar. El camarero me sirve el café... mierda de bar, hoy en vez de darme magdalenas o un trozo de bizcocho, me ponen galletas... no digo nada, hago que no me importa. El camarero observa que estoy leyendo la noticia del atraco.

Es increíble - me dice - vamos a tener que dejar el barrio e irnos a otro sitio, no entiendo como la policía no los da atrapado. Ahora dejan entrar en el país a cualquiera y pasa lo que pasa
Si son rumanos como sospechan - le respondo - da por hecho que ni tienen papeles ni están fichados y que si van a buscarlos, sus propios compañeros los ocultaran, será prácticamente imposible buscar a alguien que no sabes ni que aspecto tiene, sobre todo por que nadie habla, nadie ha realizado una descripción física seguramente por miedo...
Si, es que además se sospecha que actúan a cara descubierta- dice el camarero- pero no hay una sola imagen de ellos, y nadie habla por que amenazan a sus víctimas, por lo visto se llevan los DNI de toda la gente que les ve actuar y les amenazan con ir a su casa por la noche si alguno habla... joder, parece mentira, en nuestro propia casa y no podemos estar tranquilos. Compadezco a esa gente, el miedo que deben estar pasando ahora...
Miro al camarero en silencio, como insinuándole que no quiero seguir hablando, que se me está enfriando el café y me lo quiero tomar tranquilo. El recibe la indirecta y se marcha. Ojeando la noticia pienso lo inteligentes que demuestran ser los atracadores. Saben lo que hacen y no dejan pistas, nada que pueda ayudar a la policía a dar con ellos. Utilizan el miedo como arma. Seguro que en su país eran militares profesionales o incluso policías y tienen entrenamiento. La verdad, no me gustaría nada que fueran rumanos.
Miro el reloj, el supermercado de la esquina ya debe de estar abierto. Al salir del bar un señor hablando por el móvil tropieza conmigo, mas bien me atropella, hundiéndome su codo en la cara y el tío sigue andando como si nada. Si me hubiera pedido perdón no me habría sentado tan mal que me ignorase. No puedo evitar quedarme parado pensando si pegarle un grito o seguir andando. Como siempre que me tengo que enfrentar a alguien, hago lo segundo, sigo andando y dejo que se vaya victorioso mientras me acaricio la dolorida mejilla como si no hubiera pasado nada. Me siento mal conmigo mismo por no haber hecho nada. A veces pienso que debería tener más huevos.
Entro en el supermercado, saludo a la cajera que ya me conoce de comprar allí habitualmente, cojo una cesta y me dirijo al pasillo de las magdalenas. Cojo 6 paquetes y me voy a por chocolate, el de almendras está cojonudo. Algunas cervezas, refrescos, un par de paquetes de spaguettis y alguna que otra pizza congelada. Voy a caja y dejo la cesta en el suelo. Me agacho para empezar a colocar las cosas y una señora mayor mete su carro cargado hasta arriba y empieza a vaciarlo. Me quedo parado mirando a la señora, alucinando, más bien.
Señora - le digo - no ha visto que estaba yo primero...
La señora me ignora y sigue vaciando su carro de la compra.
Señora, perdone, creo que no me ha escuchado... que estaba yo antes - le repito en un tono más alto
La cajera se queda mirando a la señora sin saber que hacer y es cuando la señora se digna a contestarme
Ay hijito, la verdad es que no te vi, pero bueno, ahora que ya estoy vaciando el carro, si no te importa esperar – me dice sin ni siquiera mirarme y con una sonrisa de oreja a oreja, mostrando su blanca dentadura postiza.
Aunque a una parte de mi le daban ganas de coger la compra de la señora y meterla de nuevo en el carrito, la otra parte (que es la que uso habitualmente) le hace un gesto de aprobación a la cajera asintiendo con la cabeza. Después de esperar pacientemente a que cobraran a la señora tragándome mi orgullo, esta se va sonriente y no me da ni las gracias.
Lo siento mucho - dice la cajera - es que yo me quedé tan asombrada como tú... hay gente que le echa un morro...
Tranquila, no es culpa tuya, tú haces tu trabajo - le contesto - lo que me jode en estos casos es que me tomen por tonto. La señora si que me había visto, pero es más fácil hacerse la tonta.
Me voy con la compra y por el camino me zampo, por fin, un par de magdalenas. Mi estómago lo agradece. Vaya mañanita llevaba, un señor me "saluda" clavándome el codo en el cara y una vieja se me cuela en el supermercado. Si tuviera los poderes de kenshiro, movería mis fuertes brazos y lanzaría mis puños hacia a ellos, o si fuera como kenshin... sacaría mi espada sin filo y les golpearía.

Cuando llegué a casa, guardé la comida y me tiré en cama a descansar un rato. Después una sesión de Nintendo DS para quitar un poco de estrés acumulado hasta que llegó la hora de la comida.
Fui a trabajar después de comerme un plato de spaguettis. La salsa sabía un poco rara pero con un poco de pan y unos sorbos de cerveza... bueno, que no iba a ir a trabajar con el estómago vacío.
Luís me estaba esperando para el cambio de turno y para pedirme un favor.
¿Te importaría venir mañana de noche? - me pregunta Luis - es que el lunes por la mañana tengo que ir a hacer muchos papeleos y preferiría no ir sin dormir
¿Y vas a venir de mañana y tarde seguido? - le pregunté.
Si no te importa – me dijo Luís
Allí cuando cambiábamos de turno de mañana para el de la noche, el domingo, que era el día que descansaba el que había hecho el turno de noche, hacíamos doblete, veníamos de mañana y de noche.
Pues si, casi lo prefiero si así puedo descansar para el lunes hacer todo el papeleo con la cabeza bien fría. Sabes, mi mujer y yo... bueno, nos vamos a separar y quería ir con la mente descansada al abogado y... - no hizo falta que me dijera más, le dije que aceptaba el cambio. Además, ese sábado noche iba a salir, así podía dormir hasta bien tarde.
Luís se marchó y comencé mi jornada laboral en el 24 horas. Aquel antro de mierda, que era así como le llamábamos, abría todos los días del año. Vendía de todo, desde mata ratas a bocadillos.

A veces me gustaría vender las dos cosas mezcladas, sobre todo los fines de semana que siempre venían los chavales borrachos a las tantas de la mañana a que les hiciera uno, ya que salían bastante bien de precio. Normalmente la gente que venía a comprar era siempre la misma y más o menos ya sabías lo que podía pasar. Estaba el típico gilipollas que te venía a dar la lata y al final no compraba nada, hasta el maleducado que venía a comprar la prensa y ni saludaba al entrar ni se despedía al salir. Curiosamente acababa de entrar uno de esos clientes “educados”. Nada más verlo y por joder le decía en alto "buenas tardes" y cuando me pagaba el periódico le decía sonriente " hasta luego, que tenga un buen día", pero el tío nunca se dignaba a contestar. Mira que me jodía la gente maleducada.

Aquella tarde tuve trabajo mas bien a última hora, a vender bocadillos precocinados y gente que no tuvo tiempo en toda la tarde de ir al supermercado a comprar y venía al único sitio que estaba abierto a esas horas. También era cierto que nuestros precios eran más caros que los de las tiendas normales, pero es que si querías algo y tu supermercado de siempre estaba cerrado, te tenías que joder y pagar. No había otra opción. Ahí estaba el negocio en el 24 horas.
Cuando llegó Olga, la compañera del turno de noche, noté que le pasaba algo raro.
¿Todo bien Olga? - le pregunté
Pffff, que quieres que te diga, ¿has leído lo de los rumanos? llevo toda la semana acojonada por si vienen a robar aquí. Si no tuviera 40 años, 3 hijos y al marido en el paro... te iba a decir yo donde se iba a meter el jefe el trabajo... - dijo Olga apresurándose a colocar sus cosas tras el mostrador
¿Donde me iba a meter el qué? - dijo el jefe entrando por la puerta. Aquel viejo siempre llegaba en el momento mas adecuado. Le encantaba pillarnos hablando de él, sobre todo si era algo malo lo que decíamos y siempre era algo malo.
Si vienen a robar – dijo el señor Peleteiro, que era así como se apellidaba nuestro jefe - simplemente no os resistáis, darles el dinero de caja y por favor, que no rompan nada, que el seguro tiene un límite... eso si, no quiero billetes de 50 ni de 20 en la caja, ya podéis guardarlos en el escondite que tenéis bajo el mostrador...
Si señor Peleteiro - respondió Olga - váyase tranquilo que ya recibiré yo las ostias antes de que le rompan su maravillosa tienda al no encontrar dinero en caja.
Tienes un sentido del humor maravilloso Olga - dijo el señor Peleteiro con sonrisa de zorro viejo - por eso he venido a hablar contigo, vamos a revisar tu contrato que sabes que acaba este mes...
Cogí mis cosas y me marché. Seguramente aquel cabrón conociendo la difícil situación económica que vivía Olga le iba a ofrecer la renovación pero cobrando menos dinero. Ya me enteraría la próxima vez que coincidiéramos en el cambio de turno, ya que ella libraba al día siguiente.
Me fui a casa, me aseé un poco, me puse mi ropa de salir, todo guapo y baje a la calle a esperar a Miguel. Cuando llegó, nos dirigimos a la discoteca "Luz de luna", para ver si ligábamos algo, aunque fuera una buena trompa como siempre.
¿Listo para triunfar? - preguntó Miguel
Listo para beber... de lo otro ya veremos - le respondí yo
La noche transcurrió entre copas, risas y algún que otro bailoteo.
Hacía tiempo que no lo pasaba tan bien - le dije a Miguel - no se si es el vodka, la buena música, el poder desestresarme un poco del día que tuve hoy...
Solo te falta llevarte algún premio con forma de mujer - dijo Miguel - y me parece que estoy viendo uno
Miguel señaló a la entrada. La camarera del otro día estaba dejando su abrigo en el ropero. Al darse la vuelta y verme sonrió saludándome con la mano. Me sorprendió que se acordara de mi.
Eso quiere decir "ven aquí que te acabo de abrir las puertas del cielo" - le dije a Miguel
Tu lo que quieres es que te abra las piernas... déjate de puertas - respondió llevándose la copa a la boca
Sabes, creo que mi madre tiene razón, necesito una mujer en casa - le dije bebiéndome lo que quedaba en el vaso de un tirón
Pues adelante amigo mio, que haya suerte - me dijo Miguel empujándome hacia adelante - que el poder del alcohol haga efecto positivo en ti.
Me acerqué a ella sin tener muy claro lo que le iba a decir pero en cuanto sus ojos se cruzaron con los míos quede hipnotizado por su belleza y las palabras comenzaron a salir solas como por arte de magia.
Hola, ¿te acuerdas de mi? - le dije – estuve el otro día con un amigo en el bar donde trabajas...
Si, como no me iba a acordar – me respondió sonriente mientras sus mejillas comenzaban a ponerse coloradas – le llamaste la atención a un señor que se quejaba por su café
Se quejaba por todo, y era un borde y un maleducado, no me gustó como te trató... ¿te apetece tomar algo? - le dije señalándole la barra con el dedo
Claro, por que no – dijo ella acompañándome
Por increíble que parezca aquella noche todo me salía perfecto. Aquella preciosidad de mujer se reía conmigo y no de mi. Escuchaba atentamente todo lo que le decía. Yo le devolvía la atención cuando me hablaba sobre su trabajo, el cliente borde del otro día. Los dos coincidimos en que era un calvo cabrón. Tomamos unas copas. Miguel me observaba desde la barra y a veces me guiñaba el ojo y me hacia gestos de aprobación con el dedo pulgar hacia arriba. La verdad, todo era demasiado bonito, estuvimos bailando, riéndonos, rozando nuestros cuerpos, buscando el contacto disimuladamente como una pareja de novios en su primera cita. Al cabo de las horas,cuando la confianza fluía entre nosotros dos además del alcohol, tuve oportunidad de besarla en un momento mágico en el que nuestro labios quedaron alineados. Al comprobar asombrado que no me rechazaba, pasó lo que menos me esperaba...
¡Ivanjoeeeee! - se escuchó gritar a alguien - ¡no me lo puedo creer! ¿pero que hace alguien como tú con una preciosidad como esta?
Allí, en la pista, estaba una de mis pesadillas de la infancia. Desde que íbamos juntos al colegio yo era el motivo de sus bromas. Crespo, el mayor hijo de puta que había conocido en mi vida. Como siempre, iba acompañado de su grupito de amigos que le hacían sentirse el más valiente.
Dime preciosa, ¿cuanto te ha pagado? por que no sé si lo sabes pero aquí el amigo acostumbra a pagar por tener compañía femenina - dijo Crespo riéndose.
Hoy no, Crespo, hoy no - le dije mirándole con gesto serio a los ojos – no me estropees la noche
¿Me vas a hacer algo? - me dijo acercándose amenazante. Podía sentir su aliento apestoso golpeando mi cara con su olor a alcohol y porros. Sus amigos se reían esperando a ver como reaccionaba.
Te pido por favor que hoy no - le volví a decir. Miguel se acercó por detrás.
Venga chicos, dejad a Iván tranquilo - uno de ellos empujó a Miguel hacía la barra, derribándolo.
Tú no te metas - le dijo el que le había empujado.
¿Sabes por que le llamamos Ivanjoe, preciosa? - dijo Crespo mientras los demás se reían sonoramente
No es el momento ni el lugar, te lo pido por favor Crespo, para ya, estás borracho, estás hasta el culo de alcohol y otras cosas - le dije yo – y me estás cabreando
Crespo se paró un momento, como pensando en lo que le había dicho, como si le costara entender mis palabras.
Verás, cuando teníamos 18 años, hubo un día en el que le hice una maravillosa propuesta a Ivanjoe... ¿te vienes conmigo de putas que no me atrevo a ir solo? Yo te pago el servicio a cambio de que me acompañes ¿fue así verdad? o acaso miento - dijo Crespo. Yo no le respondí, sólo pensé para mis adentros que ojalá no siguiera hablando.
Verás, aquí el amigo se fió de mi... - continuó Crespo - y fuimos a una casita donde estaban las chicas, trabajadoras de la vida... las putas, vamos. Nos abrió la puerta una anciana que era la que hacía de madamme.
Por favor Crespo, esta chica no quiere escuchar la historia - le dije. En ese momento me di cuenta que no le había ni preguntado el nombre a la camarera.
De verdad, no hace falta que la cuentes, por que no seguimos disfrutando de la noche - dijo ella
Tú te callas y escuchas, no voy a dejar la historia cuando todavía queda lo mejor - dijo Crespo. Sus amigos le hacían los coros abucheando a la chica.
Pues resulta que le dije aquí al amigo, tienes que meterte en aquella habitación a oscuras y ni se te ocurra encender la luz. La chica que va a ir contigo es primeriza y le da vergüenza. Tu tiéndete en la cama y dejate hacer, ni la toques, que haga ella todo o seguramente abandonará la habitación avergonzada. Si haces eso, quizás ni nos cobren, es un favor, un ritual de iniciación y yo estaré en deuda contigo - dijo Crespo - pues aquí el amigo se metió en la habitación, se desnudó, se tumbó en la cama y al rato sintió unas manos que resbalaban por su cuerpo. Que bien te tocaban aquellas manos... estaban calentitas... ¿lo pasaste bien?
Miguel me observaba desde el suelo. No podía hacer nada, le estaban sujetando y eran demasiados. Yo sólo podía esperar a que aquella humillación terminara de una vez.
Aquella chica se montó encima tuya ¿verdad? lo estabas pasando bien - siguió Crespo - ahora viene lo divertido, cuando encendimos la luz, mis amigos y yo disfrutamos del espectáculo. Allí estaba la vieja de la entrada montando a Iván...ja ja ja ja ja ja ja... tenías que verlo, la cara que se le quedó. La verdad es que estaba todo preparado, la vieja ni nos cobró, se lo paso pipa.
Todos se reían alrededor de Crespo. Aquella chica bajo la cabeza avergonzada, yo no sabía que decirle.
Y desde aquella le llamamos Ivanjoe... por que hay que ver como joe el tío...ja ja ja - continuó Crespo mezclando su risa con la de su grupo de amigos.
No pude aguantar más, le di un puñetazo. Mi mano parecía que se partía en trozos al golpear su cara. La chica salió corriendo asustada mientras los amigos de Crespo me golpeaban. Miguel se levantó como pudo y saltó sobre ellos. Tuvo que venir la gente de seguridad para que dejaran de golpearnos. Aún por encima nos echaron a nosotros dos del local, el otro grupito era mayor, lo que significaba más ingresos para ellos.
Mal día  - dijo Miguel - siento lo que ha pasado tío
No es culpa tuya - dije yo - ese tío me amarga la vida desde que le conozco y el tema de la viejecita.. siempre lo saca para ponerme en ridículo
Será mejor que vayamos a casa o necesitas ir al hospital?
No, lo único que me duele es la mano, el resto de golpes ni los sentí y el orgullo no me lo curan en el hospital - dije yo. No podía quitarme de la mente la imagen de aquella chica saliendo del local corriendo. Como podía haber sido tan tonto de no haberle preguntado como se llamaba. ¿Querría verme otra vez después de lo sucedido?
¿De verdad te hizo eso? - preguntó Miguel - ¿ por qué fuiste con él? no lo entiendo
Por pensar más con la polla que con la cabeza- le respondí- eran otros tiempos, me engañó, pensé que por una vez en la vida me estaba pidiendo un favor de verdad. No imaginé que pudiera ser una trampa... era virgen a los 18 y sólo pensé en que iba a echar un polvo gratis,
Bueno, pues vayámonos entonces, yo tampoco tengo nada roto, por suerte debían de estar todos tan emporrados que pegaban como niños pequeños, creo que se debieron hacer mas daño ellos que yo - dijo Miguel intentando no hablar más del tema para no desmoralizarme.
Aquella noche llegue a casa destrozado. Por una vez que había conocido a una mujer que me hacía sentir algo distinto a las demás, aquel grupo de valientes capitaneado por Crespo me lo había jodido todo. Sólo quería dormir y olvidar lo que había pasado. Al día siguiente el despertador se encargaría de darme de nuevo los buenos días otra vez.




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